miércoles, 16 de junio de 2010

No temas al raptor - Horacio Castillo

Ahora que desciendes hacia el fondo de la tierra
no temas al raptor ni al lugar donde te lleva
ni el tiempo que permanecerás donde no existe tiempo.
Recuerda los días felices, cuando jugabas con tus compañeras
recogiendo trébol y azafrán, violetas, lirios silvestres,
aquella flor morada que llevó tan dulce sueño
a tus ojos cuando se partió la roca del destino.
Recuerda cuando al atardecer rondabas junto al mar
sintiendo la canción de la espuma en tus tobillos,
inclinándose a tomar una piedra inmune a la tormenta,
a mirar el mundo a través de un traslúcido huevo de pescado.
Y la caverna donde nos refugiamos cuando empezó a llover,
lo lejano y ajeno que parecía el trueno,
el instante en que el búho nos miró con sus ojos amarillos
y abrimos, atónitos, el libro de los ciegos.
No temas. Los muertos son mansos animales,
andan entre las piernas y sólo buscan compañía,
un poco de calor para soportar la sumisión.
Háblales, si quieres, es lo que más necesitan, cuéntales
historias de corderos o de árboles, intenta una caricia,
pero sobre todo enséñales a estar muertos.
La vida necesita de la muerte, pero la muerte
necesita de la vida-la vida es la muerte de la muerte
y asciende a borbotones desde la raíz al fruto
dichosa y a expensas del triunfo de los muertos.
No temas. El raptor es rey y a su lado reinarás
no sólo sobre los muertos sino también sobre los vivos,
porque allí abajo se amasa la harina inalterable,
allí, en el oscuro caldero, se cuece la nueva vida.
No temas. Y ahora que desciendes al fondo de la tierra
deja que se cumpla lo que se tiene que cumplir
y regresa, aquí donde los brazos se abren impacientes,
donde esperan el viento con la semilla del doble abrazo

Mubarak

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