A veces llego a la funeraria y hay música.
Parece un baile de niños salvajes.
Hay un cartel en la puerta que dice: “Aquí no hay resignación”
Aquí el sol es el aliento de una mano amputada
Las imágenes salen de las grietas del sueño
Pero no hay resignación.
Algo brilla
Es el fuego de quien no descansa.
La música
es el río que atraviesa por dentro
Allí los vivos arrojan sus pertenencias,
los suicidas se prueban un traje
los suicidas se prueban un traje
los muertos nadan incansablemente
Se disuelven unos brazos,
ya no vuelven a juntarse.
ya no vuelven a juntarse.
A veces algo de mí también se desprende y baila con ellos
Por eso todos los días un árbol cae
Se levanta un viento
Se escapa de una isla
A falta de un hombre
Se pone esta música.