Tomo un té antes de las pastillas de las nueve y treinta
No miro el calendario ni hago asteriscos sobre las fechas
Me baño con el frío alivio de la negación
Cierro la puerta
para conservar
esa extraña apariencia de olvido
Es hoy donde se duerme, hoy el veneno dado al pajarito,
La sombra del árbol ha llegado más puntual
Mansa y amigable como la tristeza no habrá
Es el cobertizo de una granja
donde se han guardado
herramientas que han fingido su protección,
filos sin sospecha y sin nobleza.
A la noche una lectura nos aguarda
la silueta de alguien nuevo por memorizar
el efecto de la frialdad,
la horfandad de su juicio apresurado
Tomo un té antes de las pastillas de las nueve y treinta
Algo químico y vital meterá mi cabeza en un mecanismo
que ahora exige
con los modales
que antes fueron de la ambición.
Entonces, en los segundos que dura
la procesión del vapor,
la tez artificial del durazno
la tez artificial del durazno
guardo un poco de luz, un gesto generoso,
el bocado de un poema
de Ted Hughes, “tu traje de franela azul”
Temeroso, cavo y entierro para
después,
como un perro que ignora su suerte
y solo conoce
las cínicas sobras de un amo
sin nobleza.