Ahora que vacilamos
como dos trozos de madera en el mar
como dos trozos de madera en el mar
prudencialmente el oleaje nos distancia
a una medida en la que podemos sentir
la resignación
una fuerza de tempestad mayor a nosotros mismos
la respiración del destino
que nos quiebra
Algo insiste entre nosotros
y con esa ansiedad alimenta este muerto
porque lo perecedero se impregna mejor en el vacío
Lo sabemos nosotros y ese perro callejero que desgarra
el sabor de lo deshecho