Ahora que vacilamos
como dos trozos de madera en el mar
como dos trozos de madera en el mar
prudencialmente el oleaje nos distancia
a una medida en la que podemos sentir
la resignación
una fuerza de tempestad mayor a nosotros mismos
la respiración del destino
que nos quiebra
Algo insiste entre nosotros
y con esa ansiedad alimenta este muerto
porque lo perecedero se impregna mejor en el vacío
Lo sabemos nosotros y ese perro callejero que desgarra
el sabor de lo deshecho
Este poema sería un buen tango.....Sobre todo los cinco últimos versos. Casi los leo con voz arrabalera....Beso amiga!
ResponderEliminarMe prosterno, compañera.
ResponderEliminardesoladoramente hermoso... coincido con Vera... sería un tango genial, de una
ResponderEliminar