tomo un té antes de las pastillas de las nueve y treinta
no miro el calendario ni hago asteriscos sobre las fechas
me baño con el frío alivio de la negación
cierro la puerta para conservar
esa extraña apariencia de olvido
Es hoy donde se duerme, hoy el veneno dado al pajarito
la sombra del árbol ha llegado más puntual
mansa y amigable como la tristeza no habrá
es el cobertizo de una granja
donde se han guardado
herramientas que han fingido su protección,
filos sin sospecha y sin nobleza
a la noche una lectura nos aguarda
la silueta de alguien nuevo por memorizar
el efecto de la frialdad
la orfandad de un juicio apresurado
tomo un té antes de las pastillas de las nueve y treinta
algo químico y vital meterá mi cabeza
en un mecanismo que exige
con los modales que fueron de la ambición
Entonces, en los segundos que dura
la procesión del vapor
la tez artificial del durazno
guardo un poco de luz, un gesto generoso
el bocado de un poema
tu traje de franela azul
temeroso, cavo y entierro para después
como un perro que solo conoce
las cínicas sobras
de un amo sin nobleza
Estamos pendientes de elegir amo. Amas no hay. Pendiente de tomar las pastillas de las doce y once, ya no hay vuelta atrás sin círculos.
ResponderEliminarGracias Laura.
Un abrazo virtual.