Apuesto a que no sabes que matar un gato es mala suerte
Apuesto a que no sabes que matar un gato es intentar librarse de otras garras.
Quizás lo sueñes, grande, blanco y muerto.
Quizás luego pierdas dinero, te dejes influenciar por un pronóstico
no logres vencer a tu enemigo.
O quizás no pase nada
No fue infección, vejez ni veneno
Fue un disparo a la cabeza
de esta especie de niño, de ciego, de ángel
y sé que aún teme, que sufre, que lamenta
la piedra, el disparo, la racha de este mundo.
la piedra, el disparo, el pasaje al otro lado.
Ojala lo sueñes,
ojala sientas sangrar en tu cabeza el ladrillo,
el maullido, el absurdo muerto que yo levanté.
Pero no pasará, no pasará.
Apuesto que has entrado a tu casa, has prendido la tele,
has lavado tus medias y tus manos.
No verás a mi gato,
Vas a tener un sueño limpio
Vas a desear otra suerte
.
El poema empieza gritando, hasta casi acabar en susurro. Genial.
ResponderEliminarQué bárbaro, Lau! Tiene algo de onírico este poema, algo de destino, algo que se queda en el aire, azotándolo...(lo trabajaste un tanto...). Bico, mi Lau...
ResponderEliminarHermoso, Laura. Al igual que el poema del zoológico, me encanta porque lo contás, como quien lo cuenta, y sin embargo nadie podría robarte nunca esa simpleza...
ResponderEliminarPau (estoy aprendiendo a comentar en los blogs)