“Antes un
cubo de agua era más valioso que nuestros propios hijos" Tovognaze
Lavo la sangre de mi periodo en agua color café
Lavo la falla de mi nacimiento
Froto la censura del hombre
La mancha de la mutilación
La costura que es herida y amenaza
Ellos odian lo que no controlan.
No lo dejan ir. Yo lo dejo ir
Estrujo con fuerza mis bragas, como si torciera el cogote de
un ave para el almuerzo
Como si exprimiera
la teta de una cabra famélica
El órgano entero de mi madre y de mis hijas
Lo dejo ir.
Lavo el musgo tibio de mi carne
La baba deslavada del universo
y ando así
Goteando sobre la sequedad intensa de mi pueblo
Me muevo lenta sobre los cultivos
para que nadie sienta el olor de
mi sangre desgajada y estéril
que a nadie alimenta
Hebra de madre muerta desmenuzada
no retenida
espesa fibra del baobabs
coágulo sin rostro
líquido terco, clandestino
pura arritmia del bosque
Mi cuerpo inundado
altera a mi padre avergüenza a mi hombre
Decepciona a los dioses
Sangro frente a mi esposo
Mientras estoy menstruando no puedo tocar sus remedios
ni sus amuletos, anulo su poder
Pero entonces apesto a mujer
No puedo evitarlo
Como el mandril
Esparzo el olor en dirección a mi obtuso rival
No puedo ser sumisa en esto
Sangro aunque me ordene que no lo haga
aún arrodillada ante él
Sangro y renazco
Anulo su poder
Lavo la sangre de mi periodo en agua color café
luego llevo
el balde hasta la huerta
y riego
Espero que los brotes nazcan que mis hijas crezcan
que todo sea del color
de la tinta en que se impregna
*
Construí una lanza muy aguda con una púa extra
La construí a pedido de Mubarak
A la espera de ser enterrada en la carne de una bestia
La forje delgada, humilde como la silueta de un guerrero
un torso amputado que se alinee
a la herida profunda de nuestra tierra
una púa que imite el colmillo de Sobek
Irá hasta el rey del Nilo
a la entrada del volcán
a la cueva de Walumbe
hasta el montón de hermanos prisioneros
Conozco mi trabajo
Fundir el metal,
controlar el ritmo cardiovascular de la fragua,
untar el molde con grasa de otro cocodrilo
Soldar las piezas,
los remaches girando al fuego
como las entrañas plateadas de un Mbuna
y por último el filo
un filo quirúrgico, hambriento
con la esperanza de que enganche,
tire con fuerza de nuestra vida sumergida
la que permanece al fondo
la que nos fue quitada
intercambiada
por esta, la flor que no abre
el hígado exhausto de la tierra